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Las definiciones de Sergio Rademacher, gerente general de Microsoft Chile, frente a los desafíos que vienen

Énfasis en la colaboración público-privada, la necesidad de nuevos enfoques para la educación y un mayor compromiso del mundo privado frente a temas sociales son aristas claves que marcarán el futuro, a juicio de Rademacher.

Por A. Fernández y P. Santibáñez

El 4 de julio, la Convención Constitucional entregará al Presidente Gabriel Boric el borrador del texto trabajado durante el último año y, con ello, se abre la puerta a un nuevo desafío. La visión de Sergio Rademacher, gerente general de Microsoft Chile, es positiva. “Yo nací optimista”, dice, pensando en los retos que vienen, independientemente de que en septiembre se apruebe o no una nueva Constitución que fije nuevas reglas a nivel país.

Su optimismo tiene base, especialmente, en los proyectos que seguirán materializándose a partir del plan Transforma Chile, que Microsoft anunció en 2020 y que, a largo plazo,  representa la inversión más significativa de la compañía en sus 30 años de historia en el país. Rademacher recuerda que en el marco de ese plan convocaron a un consejo de expertos junto al Centro de Innovación UC, para conformar una instancia de trabajo entre los mundos público, privado y la academia, con el objetivo de apoyar la reactivación económica a través de la transformación digital.

Cree que aumentar ese tipo de colaboración es clave para lo que viene. “Fue muy interesante ver cómo en este consejo asesor que armamos se logró definir problemas y desafíos que teníamos, y uno de los más importantes fue la necesidad de trabajar en el desarrollo de las habilidades digitales”, destaca el ejecutivo.

Precisamente el tema de la educación fue parte de las siete reflexiones que Microsoft recopiló en el documento Una Constitución para nuestro futuro, y algo de eso quedó reflejado en el texto que la Convención Constitucional terminó de armonizar esta semana. “Desde nuestra visión era importante que se discutieran temas como el talento humano y la alfabetización digital, y otros como la ciberseguridad y la privacidad”, los cuales, a su vez, avanzan en paralelo en la discusión legislativa.

Capital humano

En un escenario donde las mallas curriculares “cambian más lento de lo que va cambiando el mercado”, Rademacher también hace énfasis en la necesidad país de replicar iniciativas como la alianza que sellaron con el Sence para capacitar a más de 180.000 personas en habilidades digitales de forma gratuita. “Ya son más de 90 mil personas las que han tomado los cursos, en su mayoría mujeres”, destaca, sobre otra de las necesidades del país en este proceso de reactivación económica.

Adecuar la enseñanza primaria a los nuevos desafíos, pensando justamente en un mundo cada vez más digitalizado, también es clave: “Tenemos que partir con este enfoque educativo de forma temprana, pero con una mirada a largo plazo, pensando en cómo preparamos a los niños que inician primero básico y que es una parte importante para considerar en los futuros trabajos a los que podrán aspirar, muchos de los cuales todavía ni siquiera existen”.

Para eso se debe trabajar en aumentar la conectividad, y ese es otro desafío país. “Cuando uno ve las cifras de acceso en términos generales en Chile, la curva de los principales centros urbanos es bastante alta, sobre 80%, dependiendo de la comuna. Hay una buena estadística y eso en parte es porque tenemos más de una línea de celular por habitante”, dice. Pero al considerar los sectores rurales “la conectividad baja bastante, alrededor de un 50%”, agrega. Un reto que a su juicio no podrá abordarse si no es con colaboración público-privada.

El rol social de las empresas

Rademacher destaca cómo han avanzado las empresas al entender que su rol debe ir más allá de la actividad económica y la generación de empleo, para enfocarse en tener una participación clara en la búsqueda de soluciones para los problemas que marcarán el futuro.

“Hay una evolución en la mirada de las empresas hacia ellas mismas y la mirada de la sociedad hacia las empresas”, destaca.

Los temas de sostenibilidad y los esfuerzos por contribuir en la carbono neutralidad son parte de lo que define como activismo corporativo. Pero no es lo único, pues también valora el compromiso de aquellas organizaciones que se la han jugado por el respeto y la no discriminación y por llevar adelante iniciativas para fortalecer una sociedad diversa, en la que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos.

“En este sentido valoro mucho lo que hicimos junto a otras organizaciones al adquirir un compromiso genuino con la diversidad y la inclusión”, ejemplifica Rademacher a propósito de la campaña Sí, Quiero, a favor del matrimonio igualitario, impulsada desde el ecosistema corporativo.

“Cuando se inició esta discusión, muchos ya estábamos convencidos de que teníamos que apoyar públicamente para visibilizar aún más los principios y valores de las organizaciones que representamos”, agrega, desde la convicción de que una fuerza laboral diversa es más creativa, comprometida y feliz, cualidades que también considera clave para enfrentar los retos que vienen con la mejor disposición. 

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