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Democratizar la sostenibilidad: Una cruzada necesaria para cumplir con la agenda global de desarrollo sostenible

Chile escribe su nueva Constitución bajo un estado de emergencia climática, un contexto propicio para discutir la importancia de masticar el concepto de sostenibilidad y acercarlo a las empresas más pequeñas. Ahí, el rol de las grandes corporaciones es clave. Dos expertas explican por qué y dan pistas de las vías a tomar en un camino que será eterno si todos los actores no trabajan por un mismo fin.

Una pizzería que no pertenezca a una gran cadena, y que sea más bien un local de barrio, debería tener las mismas posibilidades que tiene una empresa grande, del rubro que sea, de medir su huella de carbono. Es el ejemplo más cercano y acertado que sugiere Francisca Yáñez, directora de Innovación y Tecnología de Microsoft Chile, para abrir la discusión sobre la importancia de democratizar la sostenibilidad, es decir, que todas las organizaciones, sin importar su tamaño, puedan tener acceso a la incorporación de las mejores prácticas y a las herramientas necesarias que las acerquen a acciones de mayor responsabilidad con su entorno.

Hay consenso en que solo así se avanzará al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por las Naciones Unidas, en el marco de la Agenda 2030 que firmaron en 2015 los jefes de Estado de los países miembros como compromiso internacional frente a los retos sociales, económicos y medioambientales de la globalización.

La democratización es importante precisamente porque no es profundo el conocimiento que tienen las pequeñas y medianas empresas (PYME) sobre estos compromisos. En España, por ejemplo, uno de los países de Europa que más han avanzado en estos temas, el 78% de las PYME no conoce la agenda o lo hace de manera superficial, según reportó la Red Española del Pacto Mundial a finales de 2019. Un dato preocupante si se considera que este tipo de organizaciones representan alrededor del 90% del tejido empresarial y más del 50% del empleo en todo el mundo, de acuerdo con investigaciones del Banco Mundial.

Es clave en este escenario el camino que han recorrido los actores más grandes, y del que han ido sacando lecciones que pueden compartir. Así lo entienden empresas como Microsoft, y por eso lo incluyeron como uno de los desafíos en el documento “Una Constitución para nuestro futuro: siete reflexiones sobre tecnología”, aunque desde un enfoque global, pero como puntapié para la discusión de una nueva carta que hoy se escribe en estado de emergencia climática.

“Al comenzar la nueva década, muchos gobiernos se están replegando y las naciones se están separando. Pero la sostenibilidad es un asunto que no puede ser resuelto por ningún país en solitario. El mundo debe unirse para abordar cuestiones medioambientales que no conocen fronteras”, advierte el documento de la firma.

Yáñez lo lleva a un ejemplo concreto para graficar el impacto, explicando que Chile emite menos del 1% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. “Partiendo por ahí podríamos pensar que nuestro impacto es nulo y que no tendríamos que hacer nada, sino dejar que resuelvan los países grandes que son los que más contaminan. Pero todo lo contrario, porque si todos los países chicos como el nuestro se suman y pensaran así, concentran el 25% de las emisiones de todo el mundo”, detalla.

La ejecutiva dice que una lógica similar puede aplicarse al ecosistema empresarial. Y en eso coincide Marina Hermosilla, directora ejecutiva de Líderes Empresariales por la Acción Climática (CLG Chile).

Iniciativas como Race to Zero pueden servir de inspiración, dice Hermosilla sobre esta campaña internacional que busca reunir compromisos de emisiones netas cero de las ciudades, empresas e inversionistas de toda la comunidad de acción climática enmarcada en la conmemoración de la COP26. Las organizaciones que se han ido sumando asumen el requisito de medirse, pero también de reducir emisiones dentro de toda su cadena de valor.

“Esto involucra trabajar de manera colaborativa con proveedores y clientes y ahí existe una oportunidad de apoyo que es fundamental. Por ejemplo, cuando una empresa hace una licitación para comprar un insumo o una materia prima, puede incorporar la huella de carbono dentro de las variables para adjudicarla, y así el proveedor que está avanzando en ese camino tendrá una ventaja y será premiado por ese esfuerzo”, sostiene.

Otros mecanismos que pueden utilizar las grandes empresas para apoyar a sus pares están en instrumentos, herramientas, metodologías y experiencias útiles que puedan compartir, específicamente con el tipo de tecnología que les ha funcionado y cómo la han implementado, dice Hermosilla: “En la medida en que la digitalización empieza a ser más difundida, los costos también van bajando, lo que hace posible que las empresas que no son tan grandes se puedan ir incorporando de a poco”.

Microsoft lo está haciendo, por ejemplo, con iniciativas como Microsoft Cloud for Sustainability, una herramienta que se conecta a fuentes de datos y acelera su integración, potencia la generación de informes, proporciona una contabilidad de carbono precisa, mide el rendimiento en función de los objetivos y permite obtener información inteligente para que las organizaciones puedan tomar medidas más efectivas.

“Lo hacemos porque nos interesa mucho democratizar el acceso a la sostenibilidad, para que deje de ser un tema que solo preocupe a las grandes corporaciones. Y aspiramos a que en el futuro se convierta en algo como Word, Power Point o Teams, que ya son de uso diario de las personas”, señala Yáñez sobre esta herramienta que podría ayudar a esa pizzería que mencionó al principio con recomendaciones concretas basadas en diagnósticos a partir de Inteligencia Artificial, como por ejemplo, cambiar la energía que prende sus hornos, quizás, por gas natural o electricidad.

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